miércoles, 23 de enero de 2013

Todo sigue siendo un circo.



Cuando hace ya dos semanas, los medios se hicieron eco de la entrevista que Lance Armstrong oferecería a Oprah y en la cual era previsible que confesase su dopaje de una vez por todas, los aficionados al ciclismo no nos asustamos, esta vez no; Estamos acostumbrados a que cada noticia relacionada con la parte oscura de este maravilloso deporte, provocase una oleada de mierda que obligase a empezar de nuevo, otra vez. Pero esta vez era distinto, si de verdad Lance confesaba, la porquería que saldría sería mayor que nunca, pero quizás esta vez sería una limpieza definitiva. No nos asustamos, esta vez incluso nos ilusionamos.

Nada más lejos de la realidad, bastaron 15 minutos de la entrevista para darnos cuenta que todo seguiría igual al final de la misma. Con un ambiente sobrecargado de melodrama desde la primera pregunta, Armstrong sacó su lado sentimental, atrás quedaban sus arrogantes contestaciones cuando escuchaba la palabra "dopaje" dirigida hacia su persona. Ante la periodista más famosa de los Estados Unidos, al de Texas le bastó con decir "Yes" para cargarse toda la credibilidad que algún iluminado aún le guardaba.
A partir de ahí la respuesta fue la misma una y otra vez los únicos "secretos" que el ex-campeón nos confeso fue su "menú" en época de medicarse (EPO, Transfusiones y Testosterona), ante cualquier pregunta que pasase un poco de la raya, balones fuera.
Te has dopado Lance, nada nuevo, pero ¿No tienes más que decir? Vas a un programa para confesar las acusaciones con las que la USADA te ha cargado en un dossier de más de 1000 páginas pero lo único que aciertas a decir es que sí, que hiciste trampas, que no te sientes un tramposo pero que pides perdón por decepcionar a la gente.

La entrevista nos deja muchas más dudas que soluciones, por no decir que de lo último, seguimos sin tener ninguna. Lo que parecía, y sinceramente opino que podría haber sido, una vía de escape para este deporte, una manera de empezar de nuevo, ha venido a ser más de lo mismo, mentiras y patrañas que bailan al ritmo de la música que pone la UCI, que, a nadie se le olvide, es la verdadera lacra de nuestro deporte. Por eso tendremos que aguantarnos y aceptar, otra vez con la cabeza gacha, que todo sigue siendo un circo.

Y a partir del final de la entrevista venía lo peor: La ola de mierda. Todos los diarios se hacen eco de las palabras, de repente el ciclismo vuelve a estar de moda y por supuesto, el mundo es experto en el tema. ¿A quién vamos a engañar? A Armstrong no se lo cree nadie, nunca fue una leyenda de este deporte, ganar 7 Tours le honró, pero en esto del ciclismo se trata de muchas otras cosas. Y los que de verdad seguimos este deporte, desde el Down Under hasta Lombardia, lo sabemos.
Convendría a muchos entender esta parte de la historia, la anterior a su confesión, cuando Armstrong ganaba, la parte que los que ahora de verdad tienen derecho a hablar y criterio a la hora de hacerlo disfrutaron en directo mientras que los otros, los que se les va la fuerza por la boca, vieron en el telediario del día siguiente. Todo el mundo conoce a Lance Armstrong, pero poca gente entiende que este deporte va mucho más allá de una carrera en Julio.

Así es, Lance Armstrong no solo ha demostrado que con el tumor le extirparon también cualquier indicio de escrúpulo que le quedase, sino que ha destapado el tarro de las esencias para los muchos y muy inútiles inspirados que tienen otra nueva excusa para vomitar sobre el ciclismo.

Y de verdad que creo podrías haberlo cambiado, que era posible una solución al fin. Pero no, otra vez el orgullo pudo contigo Lance y ahora, nos toca a nosotros, los que de verdad si amamos este deporte, sacarlo a flote por enésima vez, pero tranquilo, tenemos experiencia en esto y volverá a salir, como lleva haciendo una y otra vez tras palos iguales o peores que el tuyo, porque la grandeza del ciclismo es suficiente como para que nunca muera, y mientras: no nos queda otra que aferrarnos a esto.

Alberto de Santos.