miércoles, 13 de marzo de 2013

Este tiburón si que muerde.


Luchador constante, de no mirar atrás, un ciclista de los de antes, de otra época...; es difícil encontrar a un aficionado que no admire a Vincenzo Nibali. El italiano nos ha cautivado prácticamente siempre que se ha subido al sillín, pero la suerte, siempre esquiva, le ha impedido hasta ahora plasmar su aparente potencial en un palmarés que se queda algo corto para lo que ha podido ser.

Sin embargo, cuando todos le dabamos por perdido, cuando ya habíamos admitido que el de Messina nos entretendría siempre pero pocas veces le veríamos alzar los brazos en las grandes citas, Nibali se propuso a si mismo un plan de cambio,  2012 debía ser el año en el que el Tiburón volviese a ser el ciclista que amenazaba ser tras la temporada de 2010 cuando tras subir al podio del Giro se enfundó el primer maillot rojo de la historia en España.

Hizo explotar la Milan Sanremo para luego ver como Gerrans y Cancellara le pasaban en meta, en Lieja volvió a remar contra corriente para que Iglinskiy le dejara tirado a pocos kilómetros de meta. En definitiva Nibali volvía a levantarnos del sillón, volvía a ganarse la admiración de toda la afición, pero volvía a quedarse con la miel en los labios. Pero el italiano siguió con su calendario, por primera vez desde 2009, cuando aún era una promesa, acudiría en Julio a Francia a probar suerte.
La historia del Tour nos la conocemos todos, hubo un equipo dominante y dos ciclistas por encima de todos los demás, pero la Grande Boucle del 2012 también nos dejó al mejor Vincenzo Nibali que hemos visto en una grande, cuando nadie se fijaba demasiado en él, intentó ser una alternativa real a los Sky, levantándose de la bicicleta y lanzando palos cada vez que la carretera se empinaba. El premio fue el podium en Paris, el primero de los mortales que diría alguno, algo quizás insuficiente pero que encendía una llama de esperanza en el futuro del italiano que además, había anunciado que dejaría Liquigas a final de temporada para probar fortuna en Astana.

Tras un final de temporada en el que paso inadvertido, Nibali se concentró en que su cambió de equipo provocase también un cambio de suerte y se presentó en San Luis con ánimos totalmente renovados. Aunque tanto en Argentina como en Omán no destacó demasiado, las piernas parecían responder bien, y tras un par de semanas de descanso, Tirreno- Adriático italiana sería una gran ocasión para observar al nuevo Nibali de cerca. Con Contador, Froome, Cavendish o Sagan acaparando todos los focos, el italiano pasó un par de días tranquilos hasta que llegó su terreno, donde pudo dar al fin un golpe sobre la mesa. Ya en Prati di Tivo, mientras la batalla Froome- Contador se llevaba los titulares, el Siciliano llegaba 3º, delante incluso del pinteño, quedando intactas sus posibilidades en la general.

Aunque la 5ª etapa fue algo más complicada para él, sin poder llegar con el grupo principal, Nibali se guardaba una jugada ganadora para el día siguiente; En una etapa sobre la que han corrido ríos de tinta, de las más duras que se recuerdan en los últimos tiempos, después de ver retorcerse e incluso bajarse de la bicicleta a medio pelotón, Nibali se la jugó con una de sus grandes bazas, algo en lo que poca gente puede superarle;  el descenso. Con el barro manchando sus nuevos colores azul celeste, tras superar el martirio que supuso la cota Sant'Elpidio, el Tiburón se lanzó para abajo sin importarle lo que pasase por atrás. Solo Sagan, viejo conocido, y Purito pudieron seguirle y completar con él los poco más de diez kilómetros que quedaban por delante. La etapa estaba clara y la bestia eslovaca se llevó un sprint que nadie se atrevió a disputarle, pero de azul del líder se ponía el de Messina. 


Los 9 km de contrarreloj de la última etapa no fueron problema y el colchón de segundos con Froome resultó suficiente para un Vincenzo Nibali que consigue así su primera victoria de la temporada, revalidando el tridente que ganó el pasado año, este, sin embargo, parece valer más. Quizás sea por ser su primera victoria con los kazajos, quizás porque los rivales eran los mejores ciclistas del mundo, o quizás simplemente porque esta vez si parece que Nibali va en serio, que aún le quedan muchas grandes carreras en las piernas, esta vez el Tiburón si que muerde.



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