lunes, 3 de septiembre de 2012

Conclusiones de un tríptico algo descafeinado.


Decíamos el pasado Jueves que lo que venía a partir de los siguientes días sería lo más grande de la actual edición de la Vuelta a España, no era para menos, en tres días se empalmaban tres etapas con más de 3500 m de desnivel cada una, tres finales en alto que tendrían que decidir quién es el mejor de esta carrera, en definitiva, 3 capítulos de la que parecía iba a ser la mejor serie del año, si hablamos de grandes vueltas. Y aquí estamos, sin darnos prácticamente cuenta, ya se ha acabado lo bueno, el tríptico ha pasado, y, para ser justos, nos ha dejado con un sentimiento extraño. No ha estado mal, pero aún así estamos algo decepcionados.

Decepcionados de que, a pesar de los casi doce mil metros de desnivel salvados, la general, en cuanto a diferencias entre los primeros puestos, prácticamente no se ha movido, a pesar de subirse tres finales en alto que deberían haber hecho mella en la carrera y ofrecernos un espectáculo distinto, conmovedor, de esos que hacen afición, lo visto estos tres días ha sido un repetición del primero, y el hecho de estar hablando de un deporte en el que las fuerzas llegan al límite, no podemos pedir mucho más, y tendremos que quedarnos satisfechos con lo visto, pensando que cada uno ha dado el máximo de si mismo.


Hemos visto a Joaquim Rodríguez como nunca le habíamos visto, luchando con uñas y dientes para retener un rojo que cada vez es más suyo, después de que en ninguno de los tres días haya llegado por detrás de su máximo y único rival, Alberto Contador. El pinteño se ha hartado de atacar, dando ese espectáculo que echábamos de menos, pero está claro que a Alberto le falta ese golpe de pedal que tuvo antaño y del que parece que el poco ritmo de competición le ha privado. Alejandro Valverde, siempre  el tercero en discordia, ha demostrado que la clase no se pierde, que dos años de sanción no han podido arrebatarsela, y ahí está, después de un Tour con más sufrimiento del deseado, en clara opción de conseguir el que sería su tercer podio en la Vuelta. Froome, que en el último artículo de este blog, aún seguía en la pomada, se ha desinflado poco a poco, perdiendo cada día unos segundos que ya le alejan casi completamente del tercer cajón en Madrid.

Por tanto, recapitulemos; en Ancares a Contador le salió bien la jugada en un principio, pero Purito le volvió a hacer la misma que Valverde en la Gallina, pillando su rueda a poco de meta y rematándole en el sprint final, el catalán sumo otra vez victoria, con las bonificaciones que eso conlleva. Los Lagos volvieron a ser menos de lo que parecía, la fuga se llevo la etapa con un extraordinario trabajo de Antonio Piedra y su Caja Rural, por detrás, Alberto volvió a intentarlo en innumerables ocasiones, pero, otra vez, le salió rana, solo le quedaba la esperanza que en el Cuitu, Purito se despegase de su rueda porfín. Pero tampoco pudo ser, en la etapa de hoy, bastante tuvieron los corredores con salvar las exageradas rampas del nuevo coloso sin desfallecer.


No nos creíamos que Joaquim fuese capaz de aguantar a todo un vueltómano como Alberto, pero cada día que pasa, cada metro de desnivel salvado en el que el catalán sigue a rueda de Contador, Purito está más cerca de Madrid, de conseguir ganar su primera grande. Un premio que sería el colofón merecidísimo a una temporada espectacular, al nivel de la calidad de un ciclista que, con nada más y nada menos que 33 años, está viviendo sus grandes años sobre una bicicleta. 

Así que esto se nos acaba, y parece que fue ayer cuando se dio la salida en Pamplona. Eso sí, nadie, y menos Joaquim Rodriguez o Alberto Contador pueden bajar los brazos. Mañana los corredores tendrán un merecido descanso para poder afrontar los últimos días a Madrid. El miércoles tendrán que afrontar de nuevo un final en alto, con la llegada a Fuente De, donde podemos asegurar que el madrileño lo volverá a intentar. Después, tranquilo camino hacia Madrid, y allí, finalmente se disputará el último asalto, con otra etapa de alta montaña que enlaza los puertos más míticos de la Comunidad de Madrid, todo rematado con un final que asusta, la Bola del Mundo.

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